PETARDOS HAUNTOLÓGICOS. Por Frank G. Rubio

  PETARDOS HAUNTOLÓGICOS




Un artículo de Frank G. Rubio



...la casa paterna estaba muy estropeada, casi en ruinas. Vivía en ella una familis extraña...

Ernst Jünger.

 

    La influencia del ocultismo, la rama demediada de lo esotérico, en la corriente principal de la cultura se ha hecho más perceptible desde la aparición de la contracultura. Va en paralelo al declive de las religiones organizadas y la creciente influencia de la ciencia-técnica en el desarrollo de las sociedades. Un fenómeno de encantamiento, por lo demás cíclico, localizado en la civilización occidental; tanto en su primera (?) oleada, sita a principios del siglo XX en Europa central, como en la segunda: surgida en los Estados Unidos durante los años 60 del pasado siglo. Como a tantas otras cosas de nuestro mundo, la posmodernidad y la comunicación masiva le han otorgado un nuevo nombre. Nombre que refleja, a pesar de las credenciales académicas de origen, quizá más bien por ellas, la transformación del fenómeno al que se refiere el concepto en algo grotesco. Hablamos de la “ocultura”. No habrá más luz por potenciar de continuo el uso de nuevas palabras...El loro, la grabadora o la secta no añaden sentidos valiosos, ni nada parecido, al lenguaje. Pero no contentos con pensar que habitamos una nueva habitación, por haber pintado una de las paredes con otro color muy similar al anterior, se nos vino encima, procedente de la filosofía, el concepto “hauntología”. Sintetizaremos con una definición aportada por Mark Fisher (1968-2017): el hecho de que nada goza de una existencia positiva. Todo lo que existe es posible únicamente sobre la base de una serie de ausencias, que lo preceden, lo rodean y le permiten poseer consistencia e inteligibilidad. Otra variante de nihilismo que surge de tomarse demasiado en serio las palabras y a los que las profieren, un trastorno propio de profesores universitarios que puede conllevar situaciones existenciales difíciles, cuando no irreversibles, muy similares a las que destruyen al personaje de Rita Hayworth (1918-1987) en La dama de Shangay. Fisher se auto canceló en el 2017, los titulares, poco originales añado, señalaron que había sido “suicidado por la sociedad”. Para él ya no habrá futuro: fin de la broma infinita. No fue posible achacar el acto a la influencia de Margaret Tatcher (1925-2013), aunque se intentó.

   Utilizados con cierta medida ambos términos otorgan a sus usuarios una sabiduría aparente en círculos cada vez más numerosos de filisteos y lerdos. Pero vamos a lo nuestro que tiene cierta conexión con estas cuestiones vaporosas pero va de otra cosa...aunque relacionada.

   Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez recibe el 37 premio Herralde en noviembre de 2019. Esta narración novelesca, que tiene cerca de 660 páginas, propone en su trama una amalgama subterránea entre determinadas prácticas “mágickas” de corte tenebroso (y naturaleza criminal) y el mundo del dominio oligárquico, político y social, en la Argentina de gran parte del siglo XX. Es pues una novela que configura, como elemento ficcional, una suerte de “teoría de la conspiración” desde una posición “de izquierdas”. 

   Hay una novela “interna" dentro de la novela exterior que habría dado lugar, tras su extracción con forceps en un escenario editorial contrafáctico, a una creación interesante para los aficionados al género de unas 350 páginas. Obra que en circunstancia alguna habría merecido la atención de la élite literaria y editorial que le otorgó el premio. La novela, tal y como se ha publicado, es de insoportable lectura; estando repleta de los lugares comunes que determinado sector de nuestras sociedades civiles, española e hispanoamericanas, demandan para ensoñar “comunicar comulgando”. 

   Mariana Enríquez, escritora, periodista y docente nacida en Buenos Aires en 1973 ha sido calificada por los medios como “reina del terror” y su obra galardonada como “novela monstruo”. Obviamente, como tantos escritores hacen innecesariamente, ha compartido sus posiciones políticas con el mundanal ruido de los hombres en una entrevista que le hace El Mundo. Allí recalca que Javier Milei: ganó las elecciones, y aunque es legítimo, demuestra que la democracia no es garantía de nada. Milei llega a la presidencia en 2023.

   Lo político envuelve, penetra y tergiversa la mayor parte de las actividades artísticas y ni siquiera el género terrorífico queda libre de esta pestilencia.    

   Historia de lo oculto es una coproducción argentino-mejicana dirigida por Cristian Ponce. Es una película de terror que se dio a conocer mundialmente en noviembre de 2020 en un festival de cine en Portugal. El 15 de octubre 2021 se estrenó en “Netflix”. La historia narra una revelación periodística que va a producirse  en un programa televisivo antes de la medianoche. En ese momento brujeril se pondrá en conocimiento del público una conspiración perpetrada desde el gobierno de Argentina, cuyo presidente se supone forma parte de un aquelarre. Teoría de la conspiración pues también relacionada con la política. La acción se desarrolla en el año 1987. Se homenajea un programa que existió realmente. Ha sido calificada de joya argentina que aglutina diferentes géneros en un embriagador relato de terror existencial. En el film se encuentran varias referencias a la obra literaria de Mariana Enríquez (de bastante más calidad que esta película, hay que consignarlo), una de ellas, más que directa, consiste en mostrar la imagen de uno de sus libros: Las cosas que perdimos en el fuego (2016).

   En una reseña menos elogiosa  y entusiasta pero mejor informada, firmada por “devilman”, se recalca:

   Lo primero que llama la atención de este ejercicio de fin de curso de la escuela de cine de la Universidad de La Plata que no película es el absurdo de fijar la acción en un lugar y fecha determinados (Buenos Aires, 1986) y después inventarse una historia que no tiene nada que ver con lo que ocurría en Buenos Aires en 1986.  

   La figura del “brujo”Adrián Marcato (referencia a la película de Polanski: Rosemary´s Baby), presente en el plató televisivo ficticio, personaje esencial pues de él se espera la decisiva revelación, está íntimamente vinculada (para los argentinos) con José López Rega (1916-1989) Figura política destacada vinculada a la etapa final de Juan Domingo Perón (1895-1974) y de su esposa Isabelita, que aun persite con 93 años, al que se conocía públicamente como El Brujo. En la película de Ponce hay un cierto parecido físico con el personaje, salvo por sus grandes patillas. Por cierto uno de los atributos más vistosos del actual presidente Milei. 

    Cristian Ponce detesta también al nuevo mandatario argentino: “Los gobiernos no son satanistas, con neoliberales les alcanza”. El episodio más flojo de Historias para no dormir, dirigido por el uruguayo Narciso Ibáñez Serrador (1935-2019) en la España de los años 60, tiene muchísimo más bagaje cinematográfico que el film de Ponce. 

   Es curioso como los artistas e intelectuales comparten creencias y actitudes como podrían hacerlo los aficionados al fútbol, los participantes en una estampida de pánico colectivo en un teatro durante un incendio o los delincuentes que se reparten un botín. Ser tan especiales para luego resultar tan lúgubremente unánimes y previsibles. No es raro pues que su zumbido, repercutido por los media globales, llegue a lugares lejanos y produzca efectos insospechados... como esas mariposas que generan tornados en otros husos horarios con su vuelo.

   Ejemplo de ello, y aquí conjeturo, es como Nicolás Maduro, hombre de pocas luces y muchos crímenes, admirado y seguido por muchos izquierdistas occidentales, declamó en agosto del presente año esta jaculatoria sorprendente: Me dijeron lo que hay que hacer con el diablo, con los signos diabólicos que maneja Elon Musk. Miren su perfil, los símbolos diabólicos que tiene en su pecho, son sectas satánicas del poder estadounidense que han articulado sectas como la de Milei, o en Venezuela sectas satánicas como el fascismo este que ha atacado al país.

   ¿De donde le pueden venir ideas como esta a semejante cretino?  

   No de los dibujos que hace el agua en la arena... 

 


 


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