Reseña de "Pensamiento envenenado: Covidistopia y Estado Terapéutico"
Pensamiento envenenado: Covidistopía y Estado Terapéutico
(El autor, por cierto, estará firmando ejemplares en la Feria del Libro el viernes 9 de junio; y presentará la obra en el Café Ajenjo de Madrid el jueves 15 de junio)
Corría marzo de 2020 y éramos libres y
aún no conocíamos el miedo. La inconsútil dictadura del terror estaba por venir
y entonces todo cambió súbitamente y un proyecto de ingeniería social y control
mental sin precedentes comenzaba a ponerse en marcha. El primer Golpe de Estado
global jamás perpetrado, legando una Nueva Normalidad delirante y un Gran
Reseteo aberrante. Iniciando un punto sin retorno que nos haría elegir: o “conspiracionistas”
(véase el excelente Manifiesto
Conspiracionista) o integrados. Con la publicación del último libro de Frank G. Rubio, Pensamiento envenenado. Covidistopia y Estado Terapeutico (editorial
Manuscritos, 2023), llega la obra de referencia en nuestra lengua para los
primeros.
“Nos encontramos en los inicios de una crisis
de gran magnitud, similar a la que tuvo lugar entre 1914 y 1945”
Sin ambages de ningún tipo: todo en
nuestro mundo es ya una distopía. Hemos sufrido una labor de gestión del
comportamiento colectivo –en plata: manipulación– nunca antes proyectada. Tras
el confinamiento pleno a lo largo de más de tres meses de un tercio de la
población mundial, la paranoia y la inteligencia se han vuelto indisociables.
La mayor parte de la prensa eligió su bando: el de la propaganda; en el camino,
casi la totalidad de la población se sumió en un pozo de mentira del que aún
sigue sin retornar. No sólo en ese aspecto la situación se asemejó a lo
ocurrido en 1914: el virus como guerra y la información elevada a la categoría
de arma. También nosotros estábamos en un ambiente de pre-guerra, sin saberlo;
solo que antes de Ucrania, llegó la guerra interna, silenciosa, de las noticias;
campo de batalla programado contra los enemigos de la versión oficial: los
autodenominados “verificadores” versus los mal llamados “negacionistas”. Esgrimiendo,
desde el poder político y financiero, las peores artimañas que el mundo
Occidental ha visto desde el estalinismo y el mccarthismo: represión líquida
pero una vez más implacable.
“Todo comienza a ser terrible y al mismo
tiempo risible”
Nadie, apenas un puñado de alternativos,
parecía estar en el bando de la valentía y la verdad. Sus nombres son conocidos
en el mundo de la disidencia: Fernando Paz, Fernando Genovés, Ernesto Milá,
Fernando del Pino Calvo-Sotelo y Fernando López-Mirones, entre otros. De entre
todos ellos, Frank G. Rubio destaca ahora como “enemigo público número uno” por
haber escrito la obra más redonda sobre la pandemia. No está solo en su bando:
Peter Handke o Giorgio Agamben han señalado igualmente la desnudez del
Biopoder. Desde un marco intelectual propio, utilizando una terminología no
poco novedosa, escapando de cualquier camarilla insulsa y limitada de esas que
tanto abundan en estos días de disidencia paniaguada y ramplona. El pensamiento
envenenado no puede ser combatido con más pensamiento envenenado, sino con un
derroche de libertad, inteligencia y rigor.
“Haber aguardado meses para escribir este
texto me ha permitido tomar una distancia más que necesaria y poder acceder a
nuevos y decididos datos”
Recuerdo llamar por teléfono a mi tío, el
editor Francisco Arellano, en junio de 2021. Yo acababa de empezar a escribir
en prensa digital y le solicitaba el teléfono de un amigo y colaborador suyo,
Frank G. Rubio, con el que llevaba coincidiendo años en los actos de La
Biblioteca del Laberinto S.L., y que yo había redescubierto en los últimos
meses por sus lúcidos artículos sobre la COVID, en un tiempo y un país donde
reinaba la más neblinosa espesura de la sombra. Más tarde, en diciembre de
2022, fui yo el que llamó a Frank G. Rubio para confirmar la inesperada noticia
con la que nos despertamos ese día: Francisco Arellano había muerto en el
Hospital Universitario La Paz. Al primer ingreso hospitalario de semanas atrás
se le había sumado un nuevo ingreso, fatal, a causa del Coronavirus… Una
negligencia (¿?) médica (que) le costó la vida.
“Estamos ante un nuevo totalitarismo, como lo
fueran el comunismo y el nazismo”
Los artículos de Frank G. Rubio me
llevaron hasta él. Esos mismos artículos que, revisados y seleccionados,
componen la segunda parte de Pensamiento
envenenado. Covidistopia y Estado Terapeutico. Me atrevo a decir que en
esas páginas están algunos de los momentos más lúcidos del pensamiento
contemporáneo: “Hemos iniciado el
tránsito hacia una postdemocracia científica en la cual la política deviene
superflua. La emergencia de la Nueva Atlántida requiere miedo inducido y uso
sistemático del marketing y la propaganda para mejor llevar a cabo la
demolición controlada de las naciones. Son esenciales la destrucción económica
y psicológica de los habitantes”. En apenas 300 páginas el autor es capaz
de sintetizar una investigación que, tanto en el aspecto de la documentación
como en el de la metapolítica, a otro le hubiera llevado al menos el doble de
espacio en lograr lo mismo.
“Todo en gran medida es parta ya de un vasto
simulacro”
La primera parte del libro es un profundo
estudio sobre la realidad que hay detrás de la vacunación masiva de la
población y de la brutal imposición de confinamientos a lo largo y a lo ancho
del mundo. Establecer una dictadura de terror, generar servidumbre estatalista,
empobrecer a la población o crear un marco de mentiras generalizadas son solo
algunas de las técnicas que Frank G. Rubio desgrana en su libro, haciendo gala
de una amplia documentación —generalmente, informes médicos trazados por
figuras de la talla del Premio Nobel Luc Montagnier—, una prosa refinada y
personal, y sobre todo un sentido del humor mordaz y corrosivo que recuerda la
obra satírica de Quevedo sin empequeñecer un ápice. Contar la verdad, confirma
la lectura del libro, no está reñido con provocar las más salvajes carcajadas. El
arte del insulto persiste, y esa es una de las pocas noticias positivas que
tenemos.
“La deshumanización generalizada de las
prácticas médicas ha sido uno de los vectores básicos que han posibilitado una
auténtica e injustificada mortandad”
La fórmula de la “sociedad abierta” (K.
Popper) para mejor imponer la “Doctrina del Shock”
(N. Klein) es muy sencilla: crisis económica, debilitamiento inmunológico,
aceleracionismo tecnológico y un incremento drástico del control. Todo ello ha
confluido en la maniobra del Coronavirus, la primera pandemia de cuya
existencia se ha tenido que convencer a la población construyendo un relato
“sentimental” mediático donde las imágenes directas de lo ocurrido jamás se han
emitido. Entre la caída de la URSS y la Guerra de Ucrania, el enemigo principal
del atlantismo anglosajón ha sido interno; con el 11S mediante –si bien la tupida
red de control es anterior–, los atentados de autoría cuestionable en suelo
occidental han aumentado, y a la alerta antiterrorista del capitalismo de la
vigilancia le siguió la alerta virológica del Biopoder en curso. Sea efecto de
la paranoia o fruto de los investigadores de lo que subyace al Simulacro, han
sido los “conspiracionistas” aquellos que han sufrido el exilio interior
forjado a base de “pasaportes covid” y demás estigmas equivalentes.
“La covidstopía es posible gracias a la
corrupción de las instituciones globales, la promoción de datos falsificados,
una ciencia fraudulenta al servicio de las corporaciones farmacéuticas y de
determinadas políticas de Estado, junto con la difusión de propaganda a gran
escala”
El pensamiento envenenado que da título
al libro es precisamente lo que permite el establecimiento de una Covidstopía
sustentada en el relato falso de los mass
media y la falsa custodia de un Estado terapéutico, cuyo modelo y dirección
es, no lo olvidemos, el Sistema totalitario chino: “La memoria es corta y las masas viven sumidas en una intensa
ahistoricidad, sometidas mediante el trance hipnótico televisivo al pensamiento
único (incluyendo el izquierdismo que se ufanaba de combatirlo) o enervadas, en
el caso de sus más bisoños representantes generacionales, con la mostrenca
interactividad de los videojuegos y las redes sociales. Los cuadros dirigentes
medios, incluso los altos, entregados a un actualismo en el que el componente
mediático también es decisivo, custodian la Granja como podrían hacerlo perros
y gatos. Nos vamos a enterar si queremos participar en una guerra de verdad”.
En nuestras manos sostenemos, sonrientes, la Historia de la pandemia contada
por su satánica majestad el diablo.
“Cuando tomemos conciencia de que vivimos
como colectivo en la estela de un gran fracaso, y que este fracaso es el de la
Modernidad, entonces será probablemente ya demasiado tarde. El secreto y
exigencia de nuestro siglo, desarticulado en un magma de tiempo pulverizado por
nuestra fusión con lo virtual, es el terror... Ninguna otra cosa le corresponde
a esa marioneta del Día Anterior que es el último hombre”
Nuestro actual paradigma está conformado
por el Biopoder; y ante todo ha sido esculpido a su antojo. La biología, a
estas alturas –y como antes ocurrió con la sociología o la estadística–, es más
una ideología que una ciencia “social” o moral. Los enemigos de la verdad en
nuestros días son de sobra conocidos: Anthony Fauci, Fernando Simón, Bill
Gates, Salvador Illa, George Soros, Klaus Schwab y tantos otros. Pero Frank G.
Rubio, algo así como un Robert Anton Wilson español –e incluso, en cuanto que
profeta “patafísico”, un Guillaume Faye que no teme decir lo que piensa, ni se
esconde detrás de pseudónimo alguno para abrir fuego contra los mayores sinvergüenzas
de nuestro tiempo–, demuestra saber bien que estos siniestros fantoches son
meros “engranajes” de lo que se avecina: la Tercera Guerra Mundial, la
imposición del IV Reich “salvífico” y pacificador, y una Parusía realizada a
modo de Simulacro para mejor imponer la vuelta de los Descatalogados a los
mandos del orbe… Aunque para saber más acerca de qué hablamos cuando hablamos
de los Patrocinadores o de los citados Descatalogados, no tendrán otra que leer
el libro. No se preocupen: lo terminarán de un tirón, y después no podrán
volver a dormir tranquilos en mucho tiempo.
“La Ciencia ha adquirido entre nosotros, los
ciudadanos del siglo XXI, un estatuto que para sí habrían querido los teólogos
medievales y la gente que se servía de ellos para sus enjuagues y fines”
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