CUIDADO CON LOS MÉDICOS. Por Frank G. Rubio

 CUIDADO CON LOS MÉDICOS…


Por Frank G. Rubio




¡Alimañas del mundo, uníos…!



   El “exceso de muertes” producido durante y tras la emergencia COVID, junto con la incapacidad de las instituciones sanitarias y médicas para investigar a fondo sus posibles causas, deja a la ciudadanía inerme ante la enfermedad o algo peor. Los nauseabundos festejos danzarines, recogidos en numerosos documentos audiovisuales que circularon viralmente durante la etapa álgida de los confinamientos, muestran a las claras la alta proporción de indeseables que pertenecen a este inflado sector de la burocracia sanitaria pública.

    Recientemente y con relación a determinadas normas en proceso de trámite parlamentario, con la finalidad de ser incorporadas al ordenamiento jurídico como leyes, se han disparado las alarmas debido al tratamiento que las personas pueden o no dar a diversas alimañas en determinados contextos. Matar ratas merece multa, también no tratar como “mujer” a “travelos” de quinta.

   La devaluación de la vida humana en tiempo de paz adquirió su cénit en el siglo XX, con los regímenes totalitarios comunista y nazi. Ambos hicieron uso intensivo de la ciencia médica y del encierro para dirimir conflictos político-sociales y proponer sus peculiares ideas perfectibilistas, por lo demás gestadas en las “democracias”, a multitudes degradadas preventivamente a la condición de ganado humano.

   Pero las democracias, que no han dudado desde la Revolución Francesa en enviar al matadero a sus jóvenes a millones mediante la leva en masa, acaban de descubrir otra manera de rebajar al humano a la condición de lombriz para anzuelo.

   No es casual que en nuestro país la Ley de Bienestar Animal, o la gestión inmunda y criminal del COVID, le haya correspondido activarlas a los “chandalas” de la izquierda española. Efusivos partidarios del ecologismo radical y el encierro en sus casas de las poblaciones. Como siempre que escribo sobre muchas de estas cosas prefiero entregar materiales que no son de mi autoría, pero que comento y elogio, para solicitar que los lectores los consulten, amplíen consecuentemente su lectura, los critiquen o enmienden y finalmente decidan por sí mismos.

   El artículo que tienen a continuación a su disposición está traducido por mí; les adjunto el enlace en su lengua originaria.



The Lancet impulsa la peligrosa teoría de que las personas no merecen mayor consideración que las ratas.


DR DAVID BELL 17 MARZO 2023


https://dailysceptic.org/2023/03/17/lancet-pushes-dangerous-theory-that-people-are-worth-no-more-than-rats/


https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(23)00090-9/fulltext



  Hay cierto grado aceptable de locura en toda sociedad pero, en general, no querrías que alguien que piensa que un sapo tiene el mismo valor intrínseco que tu madre se encargue de tratar su Alzheimer. Tampoco desearías que una persona que equipara el valor de su hija con el de una rata almizclera decidiera si debe o no inyectarle un medicamento aún en fase de ensayo; como una vacuna de ARNm, por poner un ejemplo. O quizás sí, ya que podrías estar de acuerdo con el editorial de The Lancet de enero de 2023 que equipara estos casos, insistiendo: Toda vida es igual y merece igual consideración

   Sea cual sea el sistema de valores que se aplique a otros seres humanos, es importante comprender que la Salud Pública internacional está dominada actualmente por esta retórica cuando no por esta forma de pensar. Ello influirá de modo considerable en la sociedad y en tu salud durante las próximas décadas.

  The Lancet es una de las revistas médicas internacionales más influyentes. El pasaje anterior no está sacado de contexto. El editorial recomienda cambiar la forma de gestionar la sociedad:


  Adoptar un enfoque fundamentalmente distinto del mundo natural, en el que nos preocupemos tanto por el bienestar de los animales y el medio ambiente como por el de los seres humanos.

  

   Para entender adónde ha ido a parar la Salud Pública en los últimos años, y por qué pudo producirse la respuesta al Covid que tuvo lugar, es importante leer con lupa este breve editorial. ¿Porqué los profesionales sanitarios recomendaron que se negara a los niños el derecho a jugar juntos y coaccionaron a las mujeres embarazadas para que se inyectaran nuevos fármacos que obviamente afectaban al feto? La respuesta está, en parte, en el dogma que domina ahora las instituciones sanitarias y las revistas que pretenden informarlas.

   El concepto de que la salud humana está influida por el medio ambiente es tan antiguo como la propia sociedad. Hace un par de décadas se le puso la etiqueta de "Una Salud" (One Health) para englobar las ventajas de enfocar la salud pública de una manera más holística desde el punto de vista ecológico. La tuberculosis bovina afectará menos a los humanos si se controla más eficazmente en el ganado. El bienestar humano se beneficiará si la preservación de los bosques mantiene la pluviosidad local, mejorando la producción agrícola y animal. Pocos estarían en desacuerdo con estos supuestos.

   Muchas creencias religiosas también tienen en alta estima la naturaleza. Los jainas y algunas escuelas budistas sostienen que los humanos deben minimizar el daño a cualquier animal, manteniendo dietas vegetarianas estrictas y tomando medidas para evitar matar incluso las lombrices de tierra. El judaísmo y otras creencias afines sostienen que toda la naturaleza es obra de Dios y que, aunque los humanos tienen soberanía sobre los animales, también tienen la obligación de cuidar el mundo que Dios creó. Estas religiones mantienen una visión estrictamente jerárquica.


   La diferencia con el dogma actual de "Una Salud" es que va más allá de la veneración de la naturaleza y se pasa a considerar al ser humano como una de tantas criaturas. “Una Salud” en 2023, como explica The Lancet, implica "un cambio de perspectiva revolucionario”.  Los editores de la publicación piden, en concreto, que se considere a los animales en pie de igualdad con los humanos; prescindiendo de la visión "puramente antropocéntrica" o jerárquica que mantienen las religiones que veneran la naturaleza.

   Esta insistencia en la igualdad entre especies es donde el argumento de "Una Salud" se desmorona. Preservar un ecosistema (bueno) exige infligir un dolor y un sufrimiento asombrosos a muchos de sus habitantes por parte de otros animales depredadores (terrible para las víctimas). No se pueden tener las dos cosas. Así que si quieres que los animales sean tratados como humanos o separas a los animales de sus depredadores naturales, o dejas a los humanos también a merced de la crueldad de la naturaleza.

   La revista comienza pidiendo que se tome como ejemplo el cuidado de la tierra por parte de los pueblos indígenas. A continuación, aboga por que acabemos con las dietas indígenas dominadas por la carne, citando a su Comisión EAT-Lancet que

...adopta un enfoque equitativo al recomendar a la gente que abandone la dieta basada en animales por una basada en plantas, que no sólo beneficia a la salud humana, sino también a la salud y el bienestar de los animales.

   En opinión de The Lancet, el "bienestar" de los animales está mejor servido en la sabana, donde los carnívoros destripan vivos a los bóvidos. Esta visión ingenua de los pueblos indígenas y la naturaleza huele a paternalismo cultural romántico victoriano. Muchos pueblos indígenas, junto con especies que van desde la comadreja al jaguar, estarán deseando que se marchen con su visión de equidad a otra parte.

   Estar "tan preocupado por el bienestar de los animales" como por el de los humanos ("equidad ecológica" en la jerga de The Lancet) es una postura peligrosa. Equidad significa que todos los animales y humanos deben tener los mismos derechos o recursos. De acuerdo con esto la gestión de un caso de triaje en carretera tendría que sopesar una cabra (o un conejo) gravemente herida con un ser humano gravemente herido y no discriminar en función de la especie. Si la cabra tiene más probabilidades de responder a las medidas de emergencia, hay que salvarla y dejar al desafortunado humano a su suerte. Aunque el equipo editorial de The Lancet pueda sostener esta opinión, la mayoría de la gente reconocería que se trata de una degradación del ser humano. Sin embargo, el concepto de "Una Salud" va mucho más allá de la revista en cuestión y está ya entreverado en los acuerdos propuestos sobre pandemias con los que la Organización Mundial de la Salud y otros esperan aumentar el control de la Salud Pública mundial.

   Si la industria de la Salud Pública ve realmente el mundo a través de esta lente, entonces el público debería empezar a considerar si puede confiar a sus protagonistas alguna influencia o autoridad. Si ven el mundo de otra manera, entonces deberían cesar en el uso de esta falsa retórica. La idea de que los seres humanos deben ser considerados en un nivel superior al de los animales sustenta prácticamente todos los sistemas éticos humanos. Entre ellos se encuentran los Códigos de Nuremberg, desarrollados después de que la profesión médica se adelantara en las prácticas de la degradación de la dignidad humana antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

   Yo, personalmente, no confiaré el bienestar de mis hijos a personas que los consideran al mismo nivel que los roedores que atrapo y mato regularmente. Quiero minimizar el trauma por el que hago pasar a estos roedores y quiero que su especie prospere en la naturaleza, pero no quiero que se arrastren sobre las camas de mis hijos. Eso significa matarlos, porque de otro modo prosperan en el entorno local en el que vivimos, y no tenemos la capacidad, como podrían tener los editores de The Lancet, de mantener una casa totalmente a prueba de roedores.

   La iniciativa "Una Salud", como reconocimiento de los estrechos vínculos entre la salud humana y la salud del medio ambiente, no es nueva. Cuidar y amar la naturaleza tampoco es nada nuevo, y es un estado saludable en el que vivir. Minimizar la contaminación y mantener la diversidad es una parte importante de ello. También lo es, por cierto, comer carne. Los tigres siberianos y los caniches están de acuerdo.

   Un planteamiento racional de "Una Salud" no requiere un mundo de fantasía en el que gacelas, leones, hienas y humanos beban de la misma copa. No tiene nada que ver con un código de conducta médica en el que se sopesa la vida de un lemming frente a la de un bebé. Acabamos de pasar tres años en los que se han probado masivamente nuevos medicamentos en niños y mujeres embarazadas, y los inversores corporativos se han enriquecido mediante la coacción impuesta sobre millones de personas. Hay que poner fin a esta repulsiva devaluación de nuestros semejantes.

   Los profesionales de la salud que no dan prioridad a las personas sobre los animales pueden salir adelante como veterinarios pero no son de confianza con los humanos. Es hora de que quienes creen en el intrínseco e indefinible valor de cada persona hagan llegar su voz y reconstruyan nuestras instituciones sobre esa base. La Salud Pública debería elevar a la humanidad en lugar de degradarla.



El Dr. David Bell es médico clínico y experto en salud pública con un doctorado en salud de la población y experiencia en medicina interna, modelización y epidemiología de enfermedades infecciosas. Anteriormente fue Director de Tecnologías Sanitarias Mundiales en Intellectual Ventures Global Good Fund (EE.UU.), Jefe de Programa de Malaria y Enfermedades Febriles Agudas en FIND (Ginebra) y coordinador de la estrategia de diagnóstico de la malaria en la Organización Mundial de la Salud. Es miembro del Comité Ejecutivo de PANDA

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