Aquellos que desean mi muerte (2021). Por: Amisadai Domínguez.

 Aquellos que desean mi muerte (2021).

Del infierno y otros males.


Autor: Amisadai Domínguez

 

 

Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno.

-Borges.

 

Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo.

-Shakespeare.

 

El primer resultado que nos arroja la RAE al buscar la palabra contador es: adjetivo; que cuenta. El término puede emplearse para nombrar a aquel que ejerce la profesión de la contaduría, o para referirse a aquel que realiza la simple acción de contar (enumerar) objetos, o para aquel que narra una historia. Contador, del latín computator: agente que ordena un conjunto.

En Those who wish me dead seguimos el desenlace de las decisiones del personaje de Jake Weber, un contador (forense) que descubre una conspiración dentro de su trabajo (al final saber cuál es esa conspiración, o "anomalía" como se le llama en el film, es irrelevante; es solo el motor que permite el despliegue del resto y mayoría de película). Nuestro contador por profesión desempeñará también el contar como oficio (como el contador de una historia): le escribirá a su hijo los hechos, la historia, en unos pequeños papeles para hacerlos públicos. La dualidad de la palabra (contador) se conjuga en el personaje de Weber; el sacro oficio es el hilo, camino, que recorre el contador, pues no olvidemos que la contaduría como profesión, como carrera, fue fundada por el fraile Luca Pacioli. La profesión guarda un origen sagrado; Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él (Colosenses III:XVII). Owen (Jake Weber) transita por el sendero del contador a lo Pacioli y a lo mítico o literario (opera como mensajero, y ese mensaje a su vez es el macguffin del film). Owen ejerce tradicionalmente el sacro oficio; el sacrificio: da la vida por su hijo. Aquí la herencia, lo que se da de una generación a otra (lo que conocemos como tradición) es tema también a tratar: el padre le hereda un conocimiento al hijo: el camino, la salvación (los arroyos llevan a ríos y los ríos a ciudades: una reconfiguración del hilo de Ariadna); le hereda también una maldición (la de la carga del saber: la historia que tiene por contar), el que se vea perseguido por los agentes. Connor (el hijo) recorrerá un camino iniciático de la mano del personaje de Angelina Jolie, una también ya iniciada con una misión pendiente. A estas alturas de la autoconciencia es ya más que obvio la elección del nombre "Connor" para el niño.

 

La película arranca con un amague, un flashback en forma de pesadilla: Hannah salta de un paracaídas hacia el bosque, y enseguida descubrimos un bosque en llamas, y que ella es parte del cuerpo de control de incendios y rescatista. De arranque, como en la obra de Cervantes, se nos pone en diégesis: se configura el mundo en el que se desarrollará el film: bosque, fuego, agua y un rescate; se va jugando dentro del film con simetrías de los elementos.

Reconfiguremos: Hannah es arrojada, lanzada al mundo, entendiendo al personaje arrojado y al mundo desde la narrativa tradicional mítico-poética (los Titanes arrojados, por ejemplo, y el bosque como representación del mundo). Hablamos claramente de un descenso. Hannah cae a la tierra, y esa caída es lo que será su vida antes de conocer a Connor: una vida en caída libre. Tres son los niños que Hannah no podrá salvar (el error de nuestra heroína, que más tarde le permitirá salvar a Connor. Así funciona la tragedia como narrativa). 

(Plano de la secuencia de apertura. El descenso de Hannah a la tierra).

 

Tres también serán los rescatistas que en la parte final saltarán luego del llamado de una embarazada Allison; dos hombres blancos y uno de color: simbólicamente los tres reyes magos (otro cabo que recuerda a la Terminator de James Cameron: los tres oficiales, con las mismas características, entrando a la comisaría con Sarah). El llamado de Allison, que en puesta es un reflejo desde algún cristal o espejo hacia los cielos, guarda el mismo sentido que la estrella en el libro de Mateo luego del nacimiento de Cristo en Belén que guía a los reyes magos.

 

Volvamos a Hannah: haciendo un pliegue entre las escenas primera y última, y atendiendo a que en el principio de toda obra se encuentra oculto el final, encontramos que Hannah inica cayendo (inestabilidad) y perdiendo tres vidas, y en la escena final la vemos ya sentada (ha encontrado sosiego) y con Connor al lado (ha redimido su error. "Tenías que salvar a uno", le dice uno de sus compañeros). El film arranca y termina bajo la puesta de un incendio forestal: una simetría que en cada caso posee su propio sentido.

[Plano de la secuencia final. El sosiego y la redención de Hannah. A su lado Connor, ambos sentados en la ambulancia. Acá la ambulancia opera como símbolo de salvación desde la cruz (símbolo primario) que porta toda ambulancia]

 

Hablando de caídas, no podemos pasar por alto la de Owen: su vida termina en una secuencia acompasada de un descenso por la carretera hacia un barranco. La simbología de la vida que se extingue sostenida por una caída física es un tópico del cine (Scarface, el padre Carras, o el personaje de Henrry Cavil en Mission Impossible: Fallout). 

(La caída y muerte de Owen).

 

Infierno, Seol, Tártaro, Tuonela, Gehena, Naraka, Mictlán, Duat, Hel, Yahannam, son algunos de los nombre a lo largo de la historia con los que distintas culturas en distintas épocas y distintos puntos del globo conocían a la región post mortem, una zona infra mundus en la que van a parar los muertos (cada una opera de acuerdo a su propia cosmología, y por razones de economía no nos detenemos a hacer comparaciones puntales entre las unas y las otras). Pese a sus diferencias, es clara la idea o eje central que las constituye: la idea de un después de la muerte y la de un lugar que, simbólicamente, se encuentra debajo de la tierra. En México, como herederos de la cultura judeocristiana (la cosmovisión), y la romana (la lengua), la palabra que en mayor circulación tenemos es la de infierno: un lugar, entendido desde lo popular, de fuego y sufrimiento. En Those who wish me dead, se vuelve, o mejor dicho: hay una representación infernal: el bosque ardiendo. 

Este infierno es traído, o provocado, por los dos agentes encargados de eliminar los cabos sueltos (irónicamente, como en el epígrafe que citamos al comienzo, terminarán presas de su propia trampa: quemados por el infierno que han desatado); los agentes, encargados de las misiones sucias (y aquí podríamos hablar largo y tendido sobre esta política militar de asesinatos encubiertos a civiles), funcionan también como agentes del mal, como demonios exterminando todo lo que se les cruce: padres de familia, niños, mujeres embarazadas; incendiado un bosque, estallando una casa, y hasta donde la imaginación alcance. El infierno llega al pueblo de la mano de estos seres representados como maniquíes, sin matrices, y solo enfocados en su "misión". De las cenizas surgirán Connor, Hannah y Allison. Ethan, como padre, también sacrificará su vida, y será el único que, aunque ya muerto, saldrá del incendio por aire, en un helicóptero; Ethan, simbólicamente, es tomado de vuelta al cielo.

 

Dentro de la narrativa hay un choque ético bipolar: bien y mal, y también un choque elemental: fuego y agua: al fuego como destrucción se le opone el agua como salvación. Será el río quien guarde la vida de Hannah y Connor durante la noche en pleno incendio. Y antes será también el agua la que guíe a Connor hacia Hannah. En simetría, el primer incendio opera en Hannah como condena, y el segundo como purificación. El fuego, como todo elemento simbólico, está abierto a una compleja y amplia interpretación; su significado no se reduce exclusivamente a uno y solo uno, pues si así fuera sería alegórico y no simbólico.

(Oposición agua y fuego).

 

La torre de vigilancia opera como axis mundis: una conección entre cielo y tierra, lo de arriba y lo de abajo: Dios y el ser humano. Como en las historias en las que solo queda de pie una iglesia luego de un desgaste natural, así la torre queda erguida ante el infierno que azotó al pueblo. La pudieron atacar con balas y fuego, y sin embargo su verticalidad permaneció. De allí, la torre, fue tomado de vuelta Ethan. Los árboles, durante la persecución, funcionan también como ejes verticales.

(Un momento antes de pactar su relación, Hannah y Connor se muestran separados por un árbol que representa un eje vertical. Connor le dice a Hannah que espera, que él irá con ella, rompiendo el eje de separación. Connor pierde a su padre pero gana a una madre).

 

Ethan, por su significado el de camino recto u hombre de Dios. Así el Ethan puesto en escena conserva un camino recto no entregando a su sobrino (Connor) y volviendo a Dios luego de su sacrificio. Hannah, una derivación de Ana, llena de gracia, encargada de una misión sagrada: salvar a Connor. Allison, por su significado la que brinda protección, protegiendo en el film a su hija aún en el vientre. Sobre el nombre Connor ya hicimos el gesto: una relectura al Connor de Terminator

 

Estamos ante un film de corte clásico: una estética (estructura, elementos, sentidos, configuración, resolución, puesta en escena, sentido y planos) que remiten a un cine que solo unos cuantos aún se atreven a realizar (Eastwood, hablando de un director longevo, y Afleck, de los relativamente nuevos). Sin ninguna duda ni temor, podemos decir que estamos ante una de las mejores películas del año (2021), y una de las mejores de la década en curso. Escrita y dirigida por Taylor Sheridan, un autor en promesa, que también en 2017 escribió y dirigió una memorable Wind River. Allá (en Wind River) el infierno era un lugar nevado, con un clima bajo cero [símil a la habitación-infierno de Regan en The exorcist (1973) de William Friedkin], acá (enThose who wish me dead) el infierno se traslada a un bosque ardiendo, a un paraíso perdido.

 

Escribe, Amisadai Domínguez.


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