HUMANIDAD DESHUMANIZADA

Autor: el Bachiller Castúo de Adaja 



      La arquitectura despojada de cualquier rasgo de humanismo queda únicamente como mera técnica, vacía de contenido y carente de sentido. El hombre, arrebatado ahora de dirección moral y anclaje ético, pierde circunstancialmente su capacidad de buen obrar, pensar adecuado y recto camino. El joven de hoy es, entre toda la maraña de individuos, el más expuesto, vulnerable y manipulable. La arcillosa materia que es puesta en manos de los medios de comunicación adquiere únicamente formas simples – que no sencillas – basadas en los instintos más primarios, donde la razón y el sentido común desaparecen envueltos en una neblina húmeda y desagradable. Una arcilla para la fabricación de ladrillos sociales: todos iguales, repetitivos y sin identidad propia; hechos en serie, sin distinción ni brillo propio. Baratos, reemplazables e ignorados; tristes herramientas que no albergan la esperanza de dar a luz grandes construcciones, pues son soporte limitante. Así es el Imperio global: fábrica perenne de ladrillos desechables para la construcción de las más aberrantes creaciones salidas del abismo del caos y la miseria. Una fábrica automatizada, puesta en marcha hace tiempo desde la negación de la esencia del hombre y la instauración de la dialéctica de la confrontación a pesar de la supuesta igualdad. 

Recientemente tuve la desgracia de observar – como en tantas ocasiones – la inauguración de nuevas sedes donde aplastar con negros pies la paja y el barro; donde dar forma uniforme a un adobe cada vez más quebradizo por su falta de consistencia. Nuevas series televisivas publicadas donde cualquier lector avezado puede imaginar en las que se ofrecen los modelos a seguir por las huecas cabezas de quienes no tienen la suficiente protección ante ello. Jóvenes supuestamente liberados de las ataduras de un mundo teóricamente en su contra, una imagen que dista mucho de la realidad, donde las zarpas del Imperio global financian y dan cabida a una supuesta relatividad del pensamiento donde, paradójicamente, se uniformiza y se destaca el pensamiento único. Esa supuesta “libertad”, manifestada en la exploración de una sexualidad carente de sentido pleno y humano, abraza con fuerza un comportamiento salvaje y animalizado. ¿Es este el modelo de sexualidad y amor que se ofrece a nuestros jóvenes? Una arquitectura – deshumanizada – social que, por medio de la sexualidad aparentemente placentera, coquetea felizmente con las mentes y almas de aquellos que aún ni siquiera conocen las realidades de la vida. Desfases antinaturales como el incesto o el acto sexual sin ningún tipo de compromiso, donde se aparenta una supuesta “liberalización” que únicamente fija con plomo ataduras dañinas para nuestros más jóvenes. 

No sin horror contemplaba yo cómo se abría la puerta, a través de ese aspecto antes mencionado, a los debates más deshumanizantes ante los que se está enfrentando el hombre. Tal es la garra del materialismo imperante en la sociedad actual, donde el marxismo cultural avanza a pasos agigantados escondido bajo las faldas de la “revolución” y el libertinaje. El hombre-criatura que queda rebajado al hombre-masa u hombre-materia, individualizado pero repetido; desligado de cualquier relación sana. La desestructuración más feroz y temible de la sociedad mediante la destrucción de los lazos naturales e indisolubles de la familia, la gran víctima de toda esta sarta de monstruosidades consumidas a diario por ingentes cantidades de jóvenes. 

¿Qué resultados se pueden esperar de este macabro experimento? A diario aparece con mayor frecuencia en las noticias (des)informativas de los telediarios: abusos, peleas y los botellones tan manidos en estos momentos de pandemia. Todos ellos fruto de una irresponsable exposición del libertinaje liberticida, pues aquello que rompe con la naturaleza y la justicia no puede ser llamado “justicia”, sino su contrario; lo que desestructura no puede aportar libertad, sino cadena. Jóvenes, no se os rompen las cadenas infernales, sino que se os colocan las argollas del sufrimiento futuro ante vuestro anestesiado asentimiento. ¿Podréis, padres, responder ante esta avalancha? No podréis si os amparáis falsamente en el mantra de la “libertad” de vuestros hijos, dando a pie a un actuar sin moderación ninguna. El alma verdaderamente libre es aquella que conoce sus opciones y las circunstancias en las que se encuentra; pero estas almas jóvenes no son libres, sino cada vez más ignorantes de la realidad que les rodea y, por ello, mayormente susceptibles de la esclavitud de un mundo hostil que pretende la configuración de su propio veneno. ¿Hacia dónde avanzamos? Hacia el abismo, digo: pues aquel humano que se deshumaniza se niega a sí mismo.


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